Costa Rica ocupa un lugar privilegiado en el corazón de Centroamérica, con 51.000 km2 de extensión y playas bañadas por dos océanos, Atlántico y Pacífico, separados por apenas tres horas en coche ó 45 minutos en avión.
En tan reducida extensión territorial el viajero puede encontrar sol y playa, aventura, cultura… ¡y el 5% de la biodiversidad mundial!
En 1970 el país inició su red de parques nacionales, que en la actualidad suma 27 parques y multitud de reservas biológicas y forestales que abarcan casi el 30% del territorio.
Estas reservas dan refugio a cientos de especies de flora y fauna que incluyen mamíferos, reptiles, aves (algunas de gran tamaño, como el águila arpía o las lapas verdes), algunas especies de ranas venenosas, serpientes, el jaguar y el perezoso de dos dedos.
En una tierra donde la Naturaleza ha sido tan generosa, con volcanes, bosques húmedos y nubosos, selvas, enormes cataratas y ríos caudalosos, no es de extrañar que la principal motivación del viajero esté relacionada precisamente con la contemplación de esas bellezas naturales y la observación de su enorme variedad de flora y fauna.
Como complemento a esa riqueza natural, existe una variada oferta de actividades disponibles que hace difícil decidirse por unas u otras: rafting, windsurf, buceo, kayaking, pesca deportiva, surf… Existen diferentes canopy (tirolinas) y puentes colgantes sobre atractivos naturales por todo el país.
Se pueden hacer excursiones para disfrutar de selvas, montañas, playas y valles, tanto en recorridos cortos de unas horas como en marchas de varios días, que ofrecen experiencias inolvidables; o disfrutar de paseos a caballo y rutas en bicicleta de montaña.
El amplio abanico disponible hace de Costa Rica el destino ideal para los amantes de la aventura.
En un recorrido turístico por el país se hace inevitable pasar por las zonas de San José y el Valle Central, Sarapiqui, Tortuguero (en cuyo famoso Parque Nacional se produce año tras año el desove de tortugas marinas), Caribe, Monteverde, Arenal y Pacífico Central, entre otras.
En algunas de estas zonas podemos aprovechar para conocer de cerca más sobre la riqueza cultural del país con una incursión en sus comunidades indígenas.
El turismo rural, desarrollado en muchos casos por cooperativas locales, permite incluir en el viaje a Costa Rica el contacto con la cultura y tradiciones locales y aportar nuestro granito de arena al progreso y desarrollo sostenible de las comunidades que visitemos.
El desarrollo de la caminata, visita o actividad que se haya contratado nos permiten al mismo tiempo apreciar el arraigo de la familia, el respeto a los mayores y el cariño por la infancia que se respira cuando visitamos estos lugares, muchas veces humildes, donde vemos cómo se afana la comunidad en las tareas de conservación ambiental y protección de la naturaleza, conceptos plenamente arraigados, sin que nadie los imponga.
Visitar los mercados al aire libre, participar en los festejos populares, rodeos, bailes o desfiles facilita compartir con los ticos su orgullo por su forma de vida. La música y el baile ocupan también un lugar privilegiado en los gustos del costarricense, y los ritmos de salsa, merengue o reggae se adueñan de los rincones más insospechados de este país.
Prepárate para descubrir un destino y un pueblo que son “pura vida”.
Por Ángel Menéndez de Viajes a Costa Rica
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